viernes, 15 de marzo de 2013

Victoria del vencido

Y ya que en un descuido sale el sol
y un cauto optimismo inunda los mustios corredores

y una clemente tregüita se instala en este confin de la tortura
qué les parece si nos tomamos un respiro
para escurrir la angustia y ponerla a secar
como una prenda más en el alambre pusilánime

la verdad es que las urgencias
aún las fervorosas
siempre acaban por deformarnos
y así se nos lisian la presunción y el orgullo
o por el contrario se hinchan como tumores
así se nos concentran el odio y el amor
en esta dura orografía que es el maniqueísmo del corazón
así se nos caen las frívolas escamas del pretexto
y la triste rabia queda en carne viva
así los parpados de la conmiseración se alzan para siempre
y la mirada se nos convierte en una espada fija e implacable

hay muertos en el crepúsculo y muertos en el ardor del mediodía
muertos que se ponen y muertos que se levantan como el sol
adolescentes que metieron en su última sonrisa toda su fe en
la vida y en la sobrevida
muchachas que parieron un sacrificio y le pusieron nombre y
lo amamantaron
y cuando sonó la metralla lo cubrieron con su lindo cuerpo
para que se salvara
y el sacrificio se salvó
a duras penas
pero
se salvó

por eso
porque en una comarca equivocada y gris
donde nadie era capaz de regalar diez minutos o diez pesos
estos hombres y mujeres
inmortales y sobrios
fueron capaces de donar su vida

por eso su derrota se liga con la tierra
y germina y renace
en banderas y sueños que llamean
en promesas alegremente cumplidas
en árboles y furias y guítarras y abrazos
y sobre todo en criaturas que heredan los ojos de victoria
de aquellas dulces intrépidas mafiosas
que ya sin ver
miraban
en las fotos
del diario.

Mario Benedetti

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