viernes, 1 de febrero de 2013

Serie de Reportajes Interpretativos sobre casos del Comité de Víctimas Contra la Impunidad del Estado Lara (COVICIL)

Por Jesús Yajure


El presente trabajo es una serie de reportajes sobre casos del Comité de Víctimas Contra la Impunidad del estado Lara (COVICIL), un colectivo de base que surgió en 2004 en la entidad crepuscular en respuesta la andanada de crímenes y abusos policiales bajo el mandato del ex gobernador Luis Reyes Reyes (2000-2008) y del comandante Jesús Armando Rodríguez Figuera al frente de las FAP Lara. He aquí la introducción al mismo. Para continuar leyendo, cliquear en el link al final del mismo.
     
Prólogo
Se me ha preguntado en varias ocasiones el porqué decidí escribir sobre estos temas. Con el pasar de los días hasta yo me he cuestionado, interrogándome acerca de las razones por las cuales tomé la decisión de vincularme a estas historias y, de forma particularmente especial, a estas personas.  Qué me llevó hasta ellos, de dónde surgió el interés, las ganas, de dónde provino esa voluntad de aproximarme a un tema que para muchos es “serio” y para otros oscuro, profundo, complejo y hasta peligroso.
Al tiempo que me hago estas preguntas, sin encontrar respuesta aparente, otras vienen a mi mente. Oigo esas voces que me cuentan y relatan historias que a muchos les cuesta creer, y que otros tantos deciden simplemente ni intentarlo. Voces que de momento se quiebran y parece que se ahogan. Me pregunto: por qué a estas personas les tocó vivir esto, por qué tanta tragedia, por qué no hallan respuesta alguna, por qué tanta indiferencia.
Pienso –sobre todo- en esos nombres, los protagonistas de esas historias: José Luis, Argenis, Legnys, Juan Carlos, María de los Ángeles, Esteban Javier, Katherine, José Félix, Elpídio, Javier, Rafael, Ricardo, Luis, y tantos otros y otros y otros.
Pienso en ellos y reflexiono: siento que no son sólo nombres. Que esos nombres tenían rostros, que eran personas, que tenían vidas. Me pregunto si sería correcto que yo escribiera sobre ellos, sobre sus vidas. Para algunos quizá sería mejor si no lo hiciera,  si dejara de remover viejas heridas; heridas viejas, pero aún abiertas, y les ahorrara a todos la incomodidad, el desconsuelo y la melancolía.
De esta forma todos podrán seguir disfrutando de sus vidas, felices, al menos en apariencia, pensando que todo está bien, que están seguros, protegidos y que esas historias que yo y otros pocos hemos oído son sólo eso, historias.
Quizás. Quizás ni yo mismo encuentre respuestas. Pero de algo estoy seguro: y es de que tengo la certeza que cuando despertemos será muy tarde ya. Las vidas de cientos y cientos de personas, como esas, como tú, como yo y como las del resto, habrán terminado. Personas que -seguramente- quisieron vivir plenamente, reír, disfrutar, crecer, estudiar, trabajar, amar, tener familia, hijos, verles crecer, construir.
Algo me dice que no podremos hacerlo, digo, vivir tranquilamente hasta que no atendamos a esas voces, hasta tanto no les procuremos respeto, consideración, solidaridad, sensibilidad.


Para seguir leyendo cliquea aquí: COVICIL-2010

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