jueves, 11 de abril de 2013

11 de abril de 1919: asesinato de Emiliano Zapata

Por: María Esperanza Hermida Moreno

Al comienzo de la segunda década del siglo XX, la inconformidad social con el gobierno del general Díaz y su política de reelección presidencial, favorecieron que diversos caudillos dieran comienzo a una lucha armada que se conocería como la Revolución Mexicana. Este período cruento y no menos hermoso de la historia contemporánea mexicana, abarca desde el derrocamiento del presidente Porfirio Díaz hasta la promulgación de la Constitución de 1917.
La dictadura, los pequeños propietarios despojados de sus tierras –en su mayoría indígenas– y librar al país de la "nefanda oligarquía científica", que venía absorbiendo y dilapidando los recursos nacionales, eran las principales demandas de la sociedad mexicana de ese entonces, que estaba encabezada por líderes y movimientos ubicados en las principales zonas de influencia.
Uno de los principales referentes de la Revolución Mexicana es, sin ninguna duda, Emiliano Zapata, también conocido como: El Caudillo del sur. Este título se debe en gran medida a que fue en Morelos, su estado natal,  donde combatió valerosamente con sus hombres, abarcando toda esa región y todavía más al sur del país con sus tropas de a caballo.

Zapata nació en San Miguel Anenecuilco, en 1879, en el ceno de una familia humilde y campesina, con la cual experimentó vejaciones, abusos, injusticias y el despojo, de parte de las autoridades en el poder, de su propiedad, lo que propicio su incursión en 1909, a los treinta años, en la lucha por conseguir la restitución de las tierras de su comunidad y las propias.
Su mente inquieta, inteligente, vivaz y su sagaz espíritu, que lo llevaría por senderos insospechados por él o por cualquier otro, hicieron de Emiliano Zapata un líder aguerrido y firme en sus ideales, pronto se ganó la confianza de los más viejos de su pueblo y depositaron en él, su confianza y los títulos de sus tierras para que luchase por ellas.
A mediados de 1910 y ante la indiferencia del gobierno por resolver los problemas de tierras de la región de Morelos, Zapata reparte las tierras del llano de Huajar; y es a finales de ese mismo año, y ya apoyando a Francisco I. Madero para que ocupara la silla presidencial en sustitución de Porfirio Díaz, cuando vuelve a repartir tierras en las comunidades de Anenecuilco, Villa de Ayala y Moyotepec.
El “Plan de San Luis Potosí” que promulgó Madero, fue bien visto por Zapata, ya que en su contenido se manifestaba la restitución de tierras a las comunidades despojadas por los grandes terratenientes, sin embargo, Francisco I. Madero trató de restablecer la normalidad en México… a su modo; todo seguiría como en tiempos de Don Porfirio, pero sin Don Porfirio, esto decepcionó a las gentes que habían hecho posible su triunfo, y así Emiliano Zapata volvió a la lucha reclamando <<Tierra y Libertad>>.
De haber sido designado “jefe supremo del movimiento revolucionario del Sur” al frente de las tropas maderistas, pasó a ser el principal opositor del gobierno  de Madero; el entonces ya autonombrado general Zapata, promulgó en noviembre de 1911, el “Plan de Ayala”, en el cual anunciaba restituciones y expropiaciones de tierras para dar satisfacción a los pequeños propietarios y a los pueblos.
Durante los casi dos años que duró el gobierno de Francisco I. Madero, tuvo constantes enfrentamientos con él, una de las imputaciones más conocidas dice así: “Acuérdese, señor Madero, que al pueblo no se le engaña y si usted no cumple sus compromisos, con las mismas armas que lo elevamos, lo derrocaremos.”
Emiliano Zapata fue duramente atacado por todos sus adversarios, por todos sus opositores, por todos los medios posibles; Carranza fue uno de ellos, Villa uno más aunque en su momento también un fuerte aliado, Victoriano Huerta lo asedió constantemente, hasta que el coronel Jesús Guajardo consiguió traicionarlo y asesinarlo el 10 de abril de 1919, en la hacienda de Chinameca, en Morelos.
Un incansable luchador revolucionario, que se levantó en armas para conseguir que se respetaran los derechos de los más humildes, nunca aceptó asumir un cargo público, aunque muy a menudo le fue ofrecido que asumiera el puesto de gobernador en la capital o en su tierra natal; eso no era lo suyo. Sencillamente no buscaba el beneficio del poder, sino el poder beneficiar a los campesinos.
Como buen general comprometido con los suyos, pretendió en todo momento luchar por ideales justos, honestos, libres, firmes, comprometidos con la tierra y para la tierra, porque para eso se hizo caudillo, para que las tierras pertenecieran a quienes las trabajan.
Pero esta es sólo la historia oficial o la que nos cuentan decenas de libros, Zapata fue mucho más que todo esto, vivió intensamente las pasiones, las humillaciones, el poder, la responsabilidad, la traición, las dudas, las hazañas, los temores de un hombre que en ocasiones se nos olvida que fue de carne y hueso, susceptible a su naturaleza humana.
En esta fecha donde se conmemoran 94 años de su asesinato, traigo a la memoria la novela histórica Zapata(Editorial Planeta), por mencionar uno de tantos trabajo bien documentados, en este caso fue por el escritor mexicano Pedro Ángel Palou, quien se encargó de recopilar con mucho cuidado el mayor numero de datos posibles sobre el caudillo mexicano, y retratar con suma maestría literaria los pasajes de su vida en esta obra.
Zapata, una novela colmada de vida, en la que las palabras han sido grabadas en piedra con machete y cincel, y que se desbordan como el agua acariciando los montes y valles de Morelos.
Esta obra nos encausa a que cuando pronunciemos la frase “tierra y libertad” –no solo los mexicanos–, deberá resonar en nuestra mente uno de los personajes más importantes en la historia de nuestro país y de los pueblos, y además nos recuerda los principios sobre los cuales debe descansar cualquier nación que se presuma de serlo: la justicia y la libertad, muy necesarias en tiempos tan comvulsos como en los que vivimos.
Textual de: Jorge Iván Garduño / Efekto Noticias /  @plumavertical / @EfektoNoticias

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